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El Sutil Beso de un Amigo

'Que mujer más fascinante, pensé mientras entraba al baño antes de que llegara por mí el taxi, 'tiene el don de hacerme hablar, con soltura y sin inhibiciones, de casi cualquier cosa.' En años de estar en contacto a través del famoso facebook y más detalladamente por correo, nos hemos platicado de nuestras penas y glorias, amores y desamores, hijos, hermanos y padres, sueños y temores, etc. desde la adolescencia, en que nos vimos la ultima vez, hasta hoy. También nos hemos cautivado las mentes con ocurrentes comentarios y con atinados escritos cuando percibimos en el otro una necesidad de exhortación, de ánimo, de regaño, de piropo o de simple atención y cariño.

Nos hemos escrito en prosa, en poesía y hasta en imágenes, directamente o a través de metáforas o letras de canciones. Sin embargo, en este primer reencuentro, acentuado con tonos de voz y entusiastas ademanes, condimentado con deliciosas miradas, sonrisas y hasta muecas, han ido saliendo a borbotones otros recuerdos, vivencias y emociones. Estoy agotado de reír, llorar, pensar y discutir, ¡Que amiga! Esta noche ha sido como un maratón y solo queda la triste despedida, espero que no para siempre ni por décadas como fue la anterior.

Salí del baño y la encontré plácidamente dormida, en su cómodo sillón individual, un probable compañero de lectura y de mil desvelos, viendo televisión, conversando con amistades o esperando el feliz y reconfortante arribo de cierto cloncito regresando de alguna reunión.

'¿Qué se hace en estos casos?', me pregunté en silencio. La placidez de su sueño es tan celestial que sería un crimen despertarla. Por otro lado, irme sin ver su mágica mirada una vez más, sería triste, e irme sin decir adiós, descortés. Aunque, en realidad ya nos habíamos despedido, solo pedí el baño antes de emprender mi regreso al hotel en la ciudad. Además, ella apagó su mundo mientras estuve ahí dentro, no pude tardarme más de unos cuantos minutos, incluyendo la nostálgica contemplación de mi imagen en el espejo, lo único familiar en éste silencioso suburbio, de ésta enorme y desconocida ciudad, en éste país de curiosas costumbres. Su día fue agotador desde antes de verme, primero en el trabajo y luego con las compras y esmerados preparativos para recibirme en su hogar.

La contemplé en todo su esplendor por unos segundos que parecieron una eternidad. Su cara reflejaba la paz de un bebé, “como un angelito”, diría mi abuela. Haberme recibido en su lejanísima casa y en familia fue muy halagador. Pero el haberse quedado dormida deja patente la confianza que me he ganado en su mente y en su corazón. Ahora, estando solo en una casa llena de dormidos, ¡hasta la mascota!, me daba cuenta de lo fácil que hubiera sido despedirnos a la salida de un restaurante en la ciudad.

Debería besar su frente y decirle “gracias, amiga, nos vemos” e irme sigilosamente. Pero hay un coqueto mechón estorbando y quitarlo con mi mano implicaría, casi inevitablemente, una caricia que bien podría percibirse como un atrevimiento de mi parte, rebasando las fronteras de nuestra amistad, tan larga en tiempo como incipiente en presencia. Su radiante belleza crece con velocidad, como alimentada por mi silenciosa admiración y complicada cavilación. Más vale que me dé prisa.

Su cara, ligeramente recargada en su nuca hacia su lado derecho, hacía imposible besar ésa mejilla. La izquierda lucia demasiado iluminada y obvia, casi insípida. Fue entonces cuando me atrajo un lugar imposiblemente perfecto, entre la barbilla y la mejilla izquierda, justo abajo del final de su carnoso labio inferior ligeramente enrojecido por el exquisito vino que nos acompañó en la cena, en la sobremesa y ahora en esos cómodos sillones separados por una mesita muy adecuada para platicar entre amigos y decididamente estorbosa si se tratara de enamorados.

Nunca me había puesto a pensar en lo difícil que es besar a una mujer despierta, con todos sus mecanismos de defensa activos, el de análisis de intenciones, el de proyección de posibles escenarios, el de evaluación de circunstancias y muchos más. Todos bajo la implacable supervisión de su efectiva intuición que solo puede pausarse o distraerse brevemente mediante una hábil conversación o con bebidas embriagantes, con circunstancias perfectas, miradas profundas, etc. o con una magistral combinación de varias. Afortunadamente, fuimos diseñados para sobrevivir como raza y, una vez besada y enamorada correctamente, una mujer se ciega y ama desmesuradamente a su afortunado conquistador, aunque sea feo.

'Pero ¿qué cosas estoy pensando? Si solo quiero despedirme honorablemente de una amiga adorada y querida. De una mujer maravillosa que vive en un mundo distinto y distante al mío,' razoné en tono reconciliador.

'La mejilla es para los amigos comunes y la boca para su amado, cuando ella lo encuentre', pensé, un poquito celoso, mientras degustaba el ultimo traguito de la copa como para dar por terminada la sesión y agarrar valor para despedirme. 'Yo estoy entre ambos.'

'Te beso en el lado izquierdo porque ése dejaste accesible, amiga querida. Desde abajo para mostrarte mi admiración y mi respeto, amiga adorada. Cerca de la boca para que no me olvides y porque me encantan las palabras que de ahí salen. Con suavidad para brindarte mi comprensión a tu abandono y con calma para darte mi perdón, si acaso lo necesitas. Por último, te beso en silencio para no despertarte, amiga dormilona', pensé mientras la besaba breve pero contundentemente y un poquito más arriba de lo planeado, abarcando parte del labio y sintiendo un escalofrío como consecuencia.

“Descansa, amiga, te quiero mucho” susurré de inmediato, un poco asustado, mientras me alejaba despacito de su piel contemplando su rostro potente, indescifrable y místico. Si pudiera pintar fielmente ésta magnífica imagen de bella durmiente que no despertó con un beso, sería una de las pinturas más impactantes jamás creada; y así quedará colgada por siempre en la galería de mi corazón, junto con aquel otro cuadro de su adolescencia que con tanto cariño contemplo ahí cada vez que ella me escribe.

Tomé mi abrigo suspirando y salí en silencio, cerrando todo y adivinando el obscuro camino hacia la calle. Mis cuidadosos pasos emitían el único sonido de la fría y neblinosa noche de enero. “Han de soñar con puros mimos en este vecindario” susurré envidiosamente visualizando la céntrica y bulliciosa esquina de 4 altos de mi amada ciudad de La Paz. El taxi, que ella llamó antes de quedarse dormida, llego exactamente en media hora, como había dicho y como era de esperarse. Después de saludar y dar instrucciones al conductor, en un inglés torpe y de por sí inapropiado, me sumí en complicados sentimientos y pensamientos detonados por la memoria del beso travieso y difícilmente explicable que le acababa de dar.

De pronto, vi pasar toda la historia de nuestra deleitosa amistad '¡Qué cosa!' pensé alarmado. 'Dicen que cuando uno se está muriendo, ve toda su vida en un instante. Este beso es tan elocuente como la muerte, espero que sea menos mortífero' agregué sonriendo.

'Ojalá nunca me pregunte' pensé implorante. '¿Cómo pueden unos miserables milímetros hacer una diferencia tan abismal? ¿Y cómo puede un labio inerte hacerme temblar con su toque? ¿Cómo puede estando dormida quitarme el habla? ¿Cómo será entonces un beso tuyo con toda intención?' “Amiga mía, te quiero mucho más de lo que pensaba y hoy he aprendido que aunque nunca fuere tuyo, siempre lo seré” murmure resignado.

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“Estaba rendida y cayendo en un profundo y vívido sueño,” pensé en voz alta, tratando de explicarme lo que había sucedido. “Estaba en costas soleadas, coloridas y alegres que mi imaginación inventaba, quizá inspirada con tu descripción de tu mundo, cuando sentí tu beso, suave, cálido e inesperado. Dejó una leve humedad con olor a vino que duró un instante. Fue breve pero intenso. Mi piel se puso chinita y mi feminidad despertó de un prolongado letargo aun antes de que tus gruesos labios se separaran de mi piel y tu bigote me hiciera cosquillas al pasar rozando por mi labio, barbilla y mejilla. Espero que no lo hayas notado. Mi primera reacción fue reclamarte con una mirada reprobatoria y a lo mejor hasta alguna de esas frases agresivas e hirientes que suelen salírseme antes de pensar. La segunda reacción, fracciones de segundo más tarde, fue rodear tu nuca con mi mano e impedir tu cobarde huida hasta que me dieras una explicación, seguramente absurda pero divertida.

Pero entre la embriagante sensación del beso, la profunda ensoñación y tus aterciopeladas palabras de despedida, alcancé a quedarme callada y quieta a disfrutar las efervescentes sensaciones que provocaste. Jamás un beso había causado tantos estragos en mí. ¿Será que el tuyo me tomó por sorpresa? ¿Será que estaba semidormida? ¿O será lo inesperado o hasta inadecuado y atrevido lo que lo hizo tan especial? Es increíble que a estas alturas, un simple beso en la piel me cause éstas reacciones físicas, ésta confusión mental y ésta revolución emocional. Has sido, eres, y siempre serás un amigo, nada más. Puedo hacer como que dormía tan profundamente que nunca sentí tu beso para no tener que preguntarte, pero nunca sabría porqué lo hiciste y me muero de curiosidad..."

“En un beso supe todo lo que he acallado” dije sonriendo y parafraseando el famoso dicho de Pablo Neruda “En un beso, sabrás todo lo que he callado”. Pero si te pregunto, tendré que explicar porque no me desperté para despedirte.”

“Amigo travieso, cuando pensé que ya habías abierto, descubierto, entendido y escrito todo lo que soy, has despertado una nueva yo que estamos apenas por descubrir. Por eso eres él amigo pero ¿Qué voy a hacer contigo? ¿Qué te voy a decir? ¡Me hubieras despertado, malvado! Mejor no.” Agregué, con una vocecita sorpresivamente ronca, mientras me daba por vencida y cerraba el facebook, al menos por un día más...

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“¡Feliz día del amor y la amistad, querido amigo!, siento no haberme despedido aquel día pero estaba rendida y me ganó el sueño. Te mando un fuerte abrazo.

PD. Esa noche soñé que me besabas mientras dormía.”

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“…Y yo en cambio, desde entonces, lo sueño cada noche. ¡Feliz día, querida mía!”

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Esta historia es ficticia por lo que cualquier semejanza con lugares o personas reales es mera coincidencia, al menos hasta que suceda.

Pintura: Sutil Beso, de Alejandra Morante

Esta es una de mis primeras historias publicadas, en la edición de Febrero de 2012 de la revista Nice. También es mi primera obra de ficción. Lo inventé porque solicitaron una historia que mezclara "Amigos" y "Enamorados" (ya que San Valentin en México es tanto para amigos como para parejas enamoradas y querían que todo la revista fuera sobre eso) y no tuve una anécdota que cumpliera con sus expectativas.

No lo había subido a este blog antes, porque ha sido controvertido. Mi esposa recibió comentarios de preocupación de amigos y parientes cercanos, como si fuera una anécdota, más que una ficción. Esto se debió en parte a que mi sección se llamaba "Anecdotario" y en parte a mi nota aclaratoria del final, que fue original, pero evidentemente no lo suficientemente clara. Por otro lado, los comentarios de personas ajenas (desconocidos) que leyeron la revista fueron abundantes y motivadores. Desde entonces he escrito ficción, casi exclusivamente.

Alejandra Morante hizo esta pintura inspirada en la historia y la colgó en La Toscana. Cuando supe esto, fui a verla con la intención de comprarla, pero acababa de venderse esa mañana. Todavía estaba en la pared, así que la miré durante un buen rato. Años más tarde, la compradora de la pintura, regresó a los Estados Unidos y dejó la pintura para colgarla en La Morante Art Bar en consignación para ser vendida. En cuanto lo vi, le pregunté a Alejandra. Una vez más, ya se había vendido, pero todavía no se había quitado de la pared. Esta vez, sin embargo, lo había comprado Ana, mi esposa, quien me lo regaló en nuestro aniversario de bodas unas semanas después.

Ahora está sobre nuestra cabecera, así que supongo que la historia ha sido perdonada y es publicable.

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